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La coliflor es ese vegetal al que muchos evitan, ya sea porque emite un fuerte olor al ser cocinada, puede causar hinchazón o porque simplemente no les gusta su sabor. Sin embargo en la medida en que sus diversos beneficios para la salud se hacen cada vez más conocidos, este vegetal crucífero está comenzando a aparecer en innovadoras recetas con coliflor en platos de restaurantes o en los hogares.
Todos los tipos de coliflor tienen grandes cantidades de vitaminas A, K, magnesio, potasio, fósforo, vitaminas B como el folato, la niacina, riboflavina, ácido pantoténico y tiamina y una larga lista de nutrientes.
Contiene una alta cantidad de antioxidantes, que son esenciales para la salud general del cuerpo y ayudan a prevenir enfermedades del corazón, cáncer y derrame cerebral. Los antioxidantes también son esenciales en la destrucción de los radicales libres que aceleran los signos del envejecimiento.
Los ácidos grasos omega-3 y la vitamina K de la coliflor ayudan a prevenir la inflamación crónica que conduce a condiciones tales como artritis, dolor crónico y ciertas condiciones intestinales.
El principal componente de la coliflor es el agua, aunque también presenta un alto contenido de potasio y un bajo aporte de sodio. Esto hace de la coliflor una verdura que favorece la eliminación del exceso de líquidos en nuestro organismo. Por lo mismo es beneficiosa para aquellas personas que sufren de hipertensión –sobre todo porque también se ha encontrado que disminuye la presión arterial–, retención de líquidos y oliguria –producción escasa de orina–. Además esa capacidad de aumentar la producción de orina permite no solo eliminar líquidos, sino también sustancias de deshecho disueltas en ella como el ácido úrico, urea, etc.