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Suele ser habitual confundir los arándanos en sí mismos con otra variedad bastante parecida pero que solo se diferencia en su color: los denominados como arándanos rojos.
No en vano, a diferencia de los arándanos negros o comunes, que presentan una apariencia oscura con un color violáceo-negruzco, los arándanos rojos se diferencian claramente por su destacado color.
Además, tanto sus beneficios como sus propiedades nutricionales son bastante diferentes, al igual que su sabor. Y es que si bien es cierto que los arándanos comunes pueden ser consumidos frescos, los arándanos rojos cuentan con la desventaja que poseen un sabor agrio y ácido cuando son consumidos crudos.
No tiende a ser habitual encontrarnos en muchos supermercados o tiendas de nutrición arándanos rojos frescos, siendo más común adquirirlos secos, edulcorados, en jugo o en conserva.
Esto es debido a que, consumidos frescos/crudos, poseen un sabor fuerte, agrio y ácido que puede incluso llegar a resultar bastante desagradable.
En lo que se refiere a los principales beneficios de los arándanos rojos, son adecuados a la hora de prevenir o aliviar las infecciones de las vías urinarias, como ocurre precisamente con la otra variedad, que a su vez destacan por su riqueza en antioxidantes.
Es rico en taninos, lo que le confiere unos beneficios antibióticos interesantes precisamente a la hora de aliviar o prevenir este tipo de infecciones.
Destaca también su contenido en fibra soluble, por lo que su consumo se aconseja cuando deseamos reducir los niveles de colesterol alto, gracias a que es útil para rebajar concretamente los niveles altos de colesterol LDL (o colesterol malo).
No debemos olvidarnos tampoco que su contenido en taninos los convierten en unos pequeños frutos rojos interesantes en caso de trastornos digestivos y úlceras estomacales.