#EnNutsaTeVesYSientesBien
Seguramente habrás escuchado hablar de la polémica que desató hace un mes atrás, el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde se señala un vínculo entre la ingesta de carne y cáncer, pues se trata de un factor más que perjudica la fama que poseen las carnes rojas, sin embargo, ¿son tan malas como parecen?
Carnes rojas, no todas son iguales
Lo primero que tenemos que saber para contestar al interrogante del titular y tener una idea más clara acerca del impacto que puede tener en nuestra salud el consumo de carnes es que dentro de las carnes rojas hay una gran variedad, y no todas son iguales en cuanto a nutrientes y su influencia en nuestro organismo.
De hecho, en el informe antes nombrado de la OMS, se considera que las carnes rojas, es decir, las derivadas de mamíferos como el cerdo, la vaca o ternera, cabra, cordero o caballo, es «probablemente cancerígena», lo que indica que si bien hay algunas evidencias que vinculan su ingesta al desarrollo de cáncer, no hay pruebas concluyentes.
Por otro lado, sí hay evidencias más sólidas de que la ingesta de carnes procesadas, tales como aquellas sometidas a curación, fermentación, ahumado o semejante, es decir, fiambres y embutidos en general, pueden causar cáncer, sobre todo, cáncer colorrectal.
Aquí ya tenemos una primera y gran diferencia entre distintos tipos de carnes rojas y debemos saber que las carnes frescas como tal pueden ser mucho más sanas que las procesadas, pues éstas últimas, no sólo contienen sustancias que pueden generar mutaciones, sino también, más aditivos, grasas, sodio y hasta azúcares, todo lo cual, sin duda tiene un impacto diferente en nuestro organismo.